Se denomina bioplástico a un tipo de plásticos derivados de productos vegetales, tales como el aceite de soja o el maíz, a diferencia de los plásticos convencionales, derivados del petróleo.
Los plásticos tradicionales (polietileno, polipropileno, abs, pet, entre otros) están sintetizados a partir del petróleo por la industria petroquímica. La carestía de este combustible fósil, su carácter de resistencia a la degradacion natural y el hecho de que es una fuente que, tarde o temprano, acabará por agotarse, ha llevado a algunas partes de la industria a buscar alternativas. El ácido poliláctico, sintetizado a partir del maíz, es una de las más prometedoras.
Uno de los principales problemas del plástico convencional lo constituyen las emisiones de efecto invernadero que se producen como resultado de su fabricación. El bioplástico emite entre 0,8 y 3,2 toneladas menos de dióxido de carbono por tonelada que el plástico derivado del petróleo.
Para los plásticos derivados del petróleo existe la tecnología oxobiodegradable, al que hay que añadir una pequeña parte de sales de metales pesados (las cuales son totalmente inocuas) para que las cadenas de polímeros se desintegren y aceleren la biodegradación a tan solo 3 o 5 años en lugar de más de cien que le toma al plástico convencional.
La producción es relativamente limitada y el precio aún no es competitivo. Pero esto puede cambiar rápidamente, teniendo en cuenta la escalada de precios del petróleo y los últimos desarrollos en el campo de los plásticos vegetales, que hacen que sus características de dureza y resistencia al calor se acerquen, cada vez más, a las del polietileno.
Además de que el coste de fabricación es aún mayor que el del plástico convencional (hasta cuatro veces más), uno de los principales retos de estos componentes es la cruz de la moneda de una de sus virtudes: son demasiado biodegradables, comenzando a deshacerse los polímeros en relativamente poco tiempo.
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